
Peñarol ganó con una gran noche de tiros a distancia y mantiene encendidas las posibilidades de Playoffs.
De principio a fin. Con una buena prueba de carácter y también con suficientes dosis de buen juego, Peñarol venció anoche ampliamente a Independiente de Oliva, por 99 a 74 y conserva esperanzas de poder jugar los play-offs de Reclasificación de la Liga Nacional de Básquetbol. Un sólido trabajo defensivo y una puntería endemoniada desde lejos (20/34 triples) fueron argumentos irrefutables.
Peñarol jugó un buen primer cuarto ofensivo, con gol repartido y Al Thornton y Luciano González como líderes. En tanto y en cuanto Independiente de Oliva logró afirmarse un poco mejor atrás, planteó algunas dificultades, y se acercó a través del siempre rendidor Patricio Tabárez y apariciones oportunas de Enzo Filippetti. Así, la visita dejó en evidencia algunas carencias defensivas de Peñarol, que de todas maneras aguantó el cimbronazo y arrancó con ímpetu el segundo segmento.
Tuvo un buen ingreso Víctor Fernández para empezar a organizar la cuestión de atrás hacia adelante, acompañado en la rotación por Federico Marín y Kelby Kramer.
El “milrayitas” se encontró muy cómodo en ese pasaje, pudo correr algunas réplicas veloces y se mantuvo “dulce” con el tiro de tres puntos (9/15, 60% en toda la primera mitad). Le salió todo muy bien al local, que no encontró una gran oposición en ese segundo parcial. De todos modos, para el anecdotario, el conjunto cordobés alineó simultáneamente a tres productos surgidos del básquetbol marplatense: Agustín Jara (exUnión), Felipe Barrionuevo (exUnión) y Tomás Nally (exQuilmes).
Sin mayores urgencias atrás, aún permitiendo numerosos recobres ofensivos del oponente, Peñarol encontró una ofensiva fluida, con buenos pases (15 asistencias en los primeros 20 minutos) y cuando Independiente quiso forzar, falló casi todo desde el perímetro.
Había que aguantar el reinicio. Sobre todo porque Peñarol suele tener algunos baches pronunciados en su rendimiento, los mismos que le costaron no pocos dolores de cabeza (léase, partidos perdidos después de tener controlado el juego y el resultado). Y en rigor de verdad, nunca sufrió.
Primero, porque nunca perdió el foco. Se mantuvo alerta, intenso y seguro. Y segundo, porque Independiente poco y nada pudo hacer. Casi no dispuso de opciones para el contraataque, estuvo muy desacertado con su tiro exterior y con escasa lucidez en el ataque estacionado.
Obviamente, gran parte de ese ataque anémico de los cordobeses fue responsabilidad de Peñarol por no aflojar nunca en el aspecto defensivo. Por supuesto, el partido estaba sobradamente definido antes de tiempo. Y entonces hubo una buena cantidad de minutos para Nicolás Chiaraviglio y Gianluca Rossi, mientras Damián Pineda (6/6) y Facundo Tolosa (6/7) se hicieron un picnic con su puntería. La única preocupación la generó Kramer, quien se torció un tobillo cerca del epílogo.
Síntesis:
Peñarol 99
L. Andújar 5, M. Thomas 6, L. González 9, A. Thornton 13 y R. Acuña 10 (FI). V. Fernández 9, K. Kramer 2, F. Tolosa 21, F. Marín 4, D. Pineda 18, G. Rossi 2, N. Chiaraviglio 0. DT: Hernán Laginestra
Independiente (O) 74
M. Cabrera 7, A. Pautasso 8, P. Tabárez 16, R. Vallejos 5 y E. Filippetti 8 (FI). F. Barrionuevo 7, T. Nally 0, A. Jara 3, J. Cárdenas 9, J. García Guerrero 7, E. Caffaro 4, J. Aragón 0. DT: Martín González.
Estadio: Polideportivo “Islas Malvinas”.
Árbitros: Juan Fernández, Raúl Sánchez y Danilo Molina.
Parciales: 26-20, 54-35 y 77-51.
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